Los pies de la joven eran sumergidos en sangre de animal con hierbas. Se masajeaban durante horas antes de empezar con la remodelación. Así empezaba el ahora ya extinto procedimiento de creación del pie de loto, una ancestral práctica china en la que a la mujer se le vendaba el pie para aumentar en teoría su nivel estético. Esta práctica se conseguía gracias a la maleabilidad del esqueleto infantil. Y a unas manos decididas que llegaban a fracturar los huesos de la niña para alcanzar el tamaño de 7 centímetros, que es lo que marcaba la estética del momento como ideal.
Cuando la niña apenas tenia unos dos años, se le vendaban los pies y se mantenían con una gran presión mientras soldaban las fracturas. Posteriormente se eliminaban las vendas, se curaba si había alguna herida, se cortaban las uñas y se volvía a vendar con más fuerza aún, para disminuir más el tamaño del pie. En algunos casos este proceso llevó a la muerte de la joven por infecciones causadas debido a la nueva “anatomía” del pie. En otros, a la amputación de alguno de los dedos por la perdida de sangre en estos.
Este procedimiento abolido en el siglo XX era realizado a las mujeres de clases ricas con el fin de atraer a los hombres más pudientes de la época. Pero en algunos casos también se realizó en mujeres de clase media o baja con el mismo fin.
Debido a este proceso el pie quedaba afuncional para siempre, con constantes dolores y llegando a impedir el desarrollo normal de la marcha, llamando a esta “marcha de loto”. Un antiguo refrán que apoyaba esta practica decía: “si quieres a un hijo, se inflexible con sus estudios; si quieres a una hija, se inflexible con el vendado de sus pies”.