La obesidad infantil es una realidad en España de la que no se libra nuestra Comunidad Autónoma. Casi el 30% de la población infantil de Castilla-La Mancha es obesa, es decir, alrededor de 100.000 menores castellanomanchegos padecen obesidad.  Los últimos estudios realizados por entidades científicas, como la Asociación de Pediatría de Atención Primaria de Castilla-La Mancha, o por organismos oficiales, como el INE, lo avalan.

Está demostrada científicamente la incidencia del sobrepeso en el estado de salud de las personas, pero cuando hablamos de los menores, de nuestro futuro, el problema es mucho más grave. Por ello es muy importante reconducir los hábitos alimenticios  de nuestros hijos. La OMS alerta de que la obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte y discapacidad prematuras en la edad adulta. Los niños con sobrepeso u obesos tienen mayores probabilidades de seguir siendo obesos en la edad adulta y de padecer, a edades más tempranas, enfermedades no transmisibles como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. 

Para que nuestros hijos disfruten en su edad adulta de una buena salud, debemos empezar a construirla con hábitos saludables. Soluciones quirúrgicas o farmacéuticas no son los más indicados para atajar este problema de salud. Pero cambiar los hábitos de nuestros hijos no es tarea fácil. Existen múltiples “tentaciones gastronómicas” con gran cantidad de azucares, grasas saturadas o un alto índice glucémico a las que están expuestos nuestros hijos.  Ante este problema debemos acudir a un especialista y evitar caer en la tentación de tener iniciativa propia a la hora de diseñar la alimentación de los menores obesos.   

A pesar de las iniciativas y planes impulsados desde las Administraciones Públicas, no debemos olvidar que a comer se aprende en casa. Es nuestra responsabilidad como madres o padres inculcar estos hábitos en nuestros hijos. Estos, cuando alcanzan la madurez, tienden a reproducir los cánones vitales de sus padres. Si un hijo ve que sus padres practican asiduamente deporte es altamente probable que el menor practique deporte en el futuro. Con la alimentación pasa lo mismo.  Los niños deben tener una dieta acorde a sus necesidades nutricionales, basada en alimentos sanos y nutritivos que le permitan un correcto desarrollo y un futuro saludable. Si nuestro hijo es obeso debemos analizar la causa, por lo que es necesario analizar el entorno familiar y el tipo de alimentación que  toman. Si, por ejemplo, los padres son obesos, la intervención del nutricionista debe abarcar a toda la familia. La obesidad empieza a combatirse enseñando a comer de forma saludable a nuestros hijos.

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