Se acerca septiembre y las noticias informan de un aumento de los contagiados por la COVID-19. Los estudios de esta nueva enfermedad están confirmando la incidencia de la grasa y el sobrepeso en sus efectos. Numerosas investigaciones han demostrado un incremento en la morbilidad y la mortalidad asociada a situaciones de obesidad y sobrepeso. Pero no solo tienen riesgo de padecer coronavirus. Las probabilidades de tener diabetes, dislipidemias, resistencia insulínica y apnea del sueño es tres veces superior en pacientes con obesidad y el riesgo relativo de enfermedad coronaria es dos veces superior.
El sobrepeso no sólo es una cuestión estética. Un exceso de grasa alrededor de las vísceras y en la cavidad abdominal convierten esa grasa en ”grasa tóxica”. Un tipo que favorece la aparición de un estado oxidativo inflamatorio crónico en nuestro cuerpo. ¿Qué significa eso? Que afecta a nuestro sistema inmune, y por tanto, a la capacidad de reacción de nuestro organismo ante las enfermedades. Es por ello que la obesidad y el sobrepeso son un factor agravamiento en los pacientes de COVID-19.
El paciente con sobrepeso elimina el virus más lentamente, asocia una mayor cantidad de virus exhalado y aumenta con ello la capacidad de contagio. Además, el sobrepeso afecta a la capacidad ventilatoria pulmonar de los pacientes. Máxime si estos se encuentran tumbados como ocurre con aquellos que se encuentran hospitalizados.
Nuestro sistema inmune se ve afectado por los nutrientes que aportamos en nuestra alimentación, principalmente con los antioxidantes. De cara a afrontar las enfermedades, entre ellas la COVID-19, es recomendable adecuar nuestra alimentación alejándonos de grasas “insanas”, azúcares refinados, harinas, alcoholes… Y adoptando patrones de alimentación basados en una dieta baja en grasas saturadas y alta en ácidos grasos mono insaturados, hidratos de carbono complejos y fibra dietética.
El estudio Dietary fiber confers protection against flu by shaping Ly6c- patrolling monocyte hematopoiesis and CD8+ T cell metabolism, llevado a cabo por Trompette, A. y otros en 2018, demostró que la fibra dietética y los ácidos grasos de cadena corta protegen contra la infección grave de la gripe al reducir el daño tisular y aumentar la inmunidad antivírica.
Nuestra dieta Mediterránea se caracteriza por contener una gran cantidad de alimentos frescos y de temporada que aportan gran cantidad de antioxidantes a nuestro cuerpo. Desde Clínica Moncayo os animamos a seguir una dieta rica en este tipo de alimentos para ayudar a vuestro cuerpo a estar en las mejores condiciones para afrontar enfermedades como la COVID-19, poniendo a vuestra disposición nuestro servicio de nutrición.